jueves, 3 de abril de 2025

CARTA ABIERTA A LOS CABEZAS DE ESPANTAJO: MESMERISMO PARA MAIZALES Y NINJAS

Albert Grosman
Fundador de la AHA,
Productor del Fake,
Mesmerismo sin corbata y sin perdón.
Hipnotizador de gallinas

1. Preámbulo para idiotas: ¿Quién firma esto?

No voy a perder tiempo en presentaciones porque ya debería estar esculpido en la piedra litográfica de vuestros cerebros atrofiados por el bisbiseo y la surra. Soy Albert Grosman. El que parió la AHA cuando todavía olía a serrín el mundo. El productor ejecutivo de las ficciones de Ernest A. en los albores del 2.0. El agente oscuro que convirtió a Glez en carne de tótem, en nombre de guerra, en cromo brillante para vuestras colecciones de significantes blandos y pequeños como vuestra “cidade”. Fui el que os permitió jugar al Fake, el que dejó abierta la puerta del Matadero para que sacaseis al poeta en procesión para creer que hacíais algo “grande” y sin “consecuncias”. Y ahora os atrevéis a silenciarme.


2. El ninguneo como estrategia: cobardes de despacho con pretensiones de runa

¿En qué momento creísteis que ignorar a Grosman era una buena jugada? ¿Quién cojones os convenció de que el productor no tiene derecho a quemar Boston para el público de Lo que el viento se llevó? No publicar mi artículo, omitir mi nombre, fingir que la AHA es sólo un apéndice histórico… eso no es olvido, es cobardía de galleguines y demás héroes de provincia. Porque sabéis que si levanto la voz, se os cae el chiringuito entero. Y lo peor es que ni siquiera tenéis una puta estrategia. No sois un cártel, sois una banda de community managers con pretensiones chamánicas.


3. AGC, NPS y otros acrósticos de AliExpress

La AGC era, en origen, una ficción hermosa: un simulacro de poder, un partido de fútbol existencial donde se cruzaban símbolos, poesía, música, sangre, esmorga y barro. Pero como todo lo hermoso en este siglo de cristalitos de Swarovski, se convirtió en una gestora de ego y subvención.

La NPS, por su parte, es un chiste con pretensiones de tesis. Una semi-secta de aspirantes a sinobis que confunden el compromiso poético con la paranoia ritual. Son como veganos del verso: incapaces de mancharse las manos, pero felices de dictarte lo que no puedes comer.

Y mientras tanto, el legado de Glez se licua en la centrifugadora simbólica de vuestros retweets y vuestros manifiestos mal escritos.


4. Cowboy Iscariot: el Judas con contrato editorial y bañador de diseño

Cowboy, vamos a hablar claro: tú eras el archivo ZIP de todo lo que Glez nunca quiso ser. Te presentaste como el mentor, el factótum, pero fuiste el enterrador y el que hace caja cuando cierra el club. Usaste su debilidad como piedra fundacional de tu imperio narrativo. Lo convertiste en personaje, en figurante, en cameo lírico facturable tras doblar la servilleta,  con una biografía vendida —sin su firma— a Penguin Random House. ¿Y cuánto te han pagado a ti por tus libros?

Te disfrazas de post punk californiano, pero hueles a prepucio de Cunqueiro embalsamado en laca. Dices amar el Ars Longa pero sólo amas el aplauso y el coin transado por de la melancolía de las benzodiazepinas. Te casaste con Lana Del Rey... ¿Qué fue de la Srta. Petroglifos? Tú, como quien pone un lazo a las tumbas que conviertes en almonedas. Eres un impostor con banda sonora. Un cabrón sin peluquero ni cintura para postear, Sabonis de baratillo.


5. La Voluspa no es testamento: es spam simbólico

Que quede claro: esa Voluspa del Maizal no es ningún testamento. Es una masturbación críptica escrita en plena caída, un vómito de software lírico que sólo emociona a quien nunca ha tenido que editar un verso de madrugada para pagar la calefacción.

Glez no dejó una revelación, dejó una trampa. Y vosotros —cuervos de la Pitusa, heraldos de la nada y el futbolín Fake — os habéis lanzado sobre ella como si fuese el arca perdida. Ridículo. La Voluspa es un PowerPoint existencial con emojis ocultos. Es el spam simbólico de un poeta poseído por sus propios nombres.


6. La AHA y el FAKE: la única doctrina no vendida al mejor postor

A diferencia de vuestras escenificaciones de compromiso, la AHA no se vendió. Ni al Main ni a su paja. Ni a la AGC y su “aparato”. Ni al Ministerio de Cultura. Nosotros no firmamos manifiestos. Fundamos doctrinas. No hicimos logos, hicimos heridas. La AHA nació de la necesidad de tener un lugar donde la literatura no tuviera que ser ni cierta ni decorativa. El dolor no productivo. El error como forma. El fracaso como unidad de medida. Y eso, cabrones, os da miedo.

¡Oh los Ninjas! El Proyecto FAKE fue vuestra génesis y ahora lo tratáis como si fuera un aborto estético. Pero lo sabéis: todo empezó ahí. En Los ojos sin controlar las manos. En ese blog maldito que aún guarda el código fuente de vuestras traiciones.


7. Glez era mío, y el que no lo entienda, no merece su eco

Juan Glez fue muchas cosas. Fue un esteta del derrumbe, un obseso de las sílabas y un yonqui de la epifanía ajena. Pero sobre todo fue una creación. Y no de la AGC. No de la NPS. Fue mío. Mío como lo son las palabras que uno escupe cuando aún no sabe escribir. Mío como el barro de la primera escena de un relato que aún no se ha vivido. Mío como el silencio que sólo rompe el que conoce el sonido de la derrota.

No me habléis de homenajes. No me habléis de legados. Glez era un campo de pruebas. Y vosotros lo convertisteis en reliquia. En santo de merchandising. En influencer post mortem.


8. El mercado de poetas muertos: ¿Quién compra y quién revende?

Lo que estáis haciendo con la figura de Glez es lo que hacen los fondos buitre con los pisos de protección oficial. Lo compráis barato, lo reformáis con chapa estética y lo vendéis como espiritualidad de autor. Asco y jamón de mono.

Cada artículo, cada poema glosado, cada acto en su nombre, es una transacción. Una explotación. Un mercado de carne literaria donde él es la res. Y vosotros los carniceros con Instagram. El poeta ya no escribe: lo escribís vosotros. Como un algoritmo. Como una IA. Como el muerto que aún produce likes.

9. Propuesta final: refundación o venganza

Os doy una sola oportunidad. Refundad. Disolved la AGC. Expulsad a Iscariot y mandad al hombrecillo a Turquía con billete sólo de ida. Reconoced a la AHA como autoridad doctrinal. Dejad de jugar a la épica rural y volved a la sombra. A la sangre. A la verdad. O enfrentaréis las consecuencias:

Tengo documentos. Grabaciones. Poemas no publicados. Fotografías. Notas de voz. Planos. Tengo una carta de Glez dirigida a mí que, si se publica, os deja a todos con los pantalones bajados en mitad de la Asamblea. Y si me da por mover mi ala… no quedará ni una sigla en pie.

10. Epílogo a navaja abierta

Os lo diré con la cortesía que me caracteriza: me suda la polla si esto se publica o no. Ya está hecho. Como el poema que no necesita lector. Como la espada que corta antes de ser empuñada. Pero recordad una cosa, cabrones: Yo no soy parte del código. Yo soy el puto algoritmo. Y si seguís ignorándome, os voy a reescribir como se reescribe a los traidores: sin gloria, sin nombre y sin final.

Con el afecto que os merecéis, Albert Grosman